Un sistema fotovoltaico requiere mantenimiento regular para asegurar su correcto funcionamiento y prolongar su vida útil. Este mantenimiento incluye limpieza periódica de los paneles solares, inspección y limpieza de los equipos eléctricos y electrónicos, verificación de las conexiones eléctricas y el reemplazo de cualquier componente defectuoso. Además, se recomienda que se realice un mantenimiento profesional cada 1-2 años para garantizar un funcionamiento óptimo del sistema.