Una instalación fotovoltaica aislada funciona mediante la captación de energía solar a través de los paneles fotovoltaicos, que la convierten en energía eléctrica de corriente continua.

Esta energía se almacena en baterías, y a través de un regulador de carga se controla el proceso de carga y descarga de las baterías. Posteriormente, un inversor convierte la energía almacenada en las baterías en corriente alterna para alimentar los dispositivos eléctricos conectados al sistema.

De esta manera, la instalación fotovoltaica aislada permite generar energía eléctrica autónoma y limpia en lugares donde no hay acceso a la red eléctrica convencional.